OPERACION PUESTA EN FORMA

Ha sido un fin de semana muy duro e intenso. El viernes, al contrario de lo que esperaba, fue el peor de los días. El jueves después del disgusto, pasamos la tarde tranquilos. Estábamos juntos, en casa, charlando y tranquilos.
Pero el viernes fue un día horrible. No podía controlarlo, me echaba a llorar por todas partes. Era el día después, el día que había que enfrentarse a todo, tenía que volver al trabajo sin fuerzas, tenía que hablar con la gente que estaba pendiente de una respuesta. Tenía que explicar y no tenía palabras. Suerte que mi jefe se ausentó toda la mañana porque yo parecía Maria Magdalena, y no podía parar, no había consuelo.
Cuando llegué a casa ya lo solté del todo. Sobra decir que mi chico estuvo más que a la altura. Estuvo paciente esperando que lo soltara, me escuchó, me abrazó, me tranquilizó, incluso bromeaba para calmar un poco el tema. Me vino estupendo, la verdad, y aunque todavía no estoy al cien por cien, ese desahogo del viernes al mediodía, me hizo sacar muchas cosas y descubrir muchas otras.
Hemos sacado varias conclusiones, pero básicamente, que nos habíamos ilusionado en exceso. Hablábamos y actuábamos como si ya estuviera todo hecho, como si ya estuviera embarazada. Y sí, sabíamos que no era fácil, que solo hay un 30 por ciento de posibilidades, pero nos aferramos a eso.
Yo pensaba que lo llevaba bien, que tenía asumidas las dos opciones, y al igual que vosotras me comentabáis lo bien que lo llevaba, mi chico estaba muy sorprendido de verme tan tranquila y relajada. Entonces el nervioso era él. Pero mi estabilidad emocional estaba pendiente de un hilo como se ha demostrado, y nunca pensé que un negativo podría doler tanto y tan dentro.
Mi chico llevaba un par de días antes de la beta bastante preocupado, callado y nervioso. Sin embargo, al recibir el negativo se vino arriba, era como si sus sospechas se confirmaran y entonces, volvíamos al rol habitual, yo la débil y él el fuerte.
El me ha hecho saber que lo único que quiere es que yo no sufra, que si hay que seguir se sigue, que yo voy a decidir por donde, cuánto y hasta cuando. Que el va a estar ahí siempre, que mientras haya dinero lo invertiremos en esto, que sabe que al final lo conseguiremos, que ya hemos dado un pasito más y ya estamos un pasito más cerca y que si hace falta un donante o incluso una adopción, pues está preparado para todo.
Yo no puedo decidir ahora nada. Solo sé que nos queda otra oportunidad, pero hoy por hoy no tengo mucha esperanza. Aunque sé que esto se pasará y sé también que seguiremos luchando. Probablemente me toque volver a pasar por los pinchazos, pero bueno, ya les cogí el truco!
Así que, como de momento hay que esperar dos reglas, pues hemos decidido que nos vamos de vacaciones. En un par de semanas salimos hacia el sur, sol, playa y descanso, sobre todo emocional.
Y estos días también estamos haciendo cambios en nuestras vidas. Todo giraba en torno al mismo tema, no hacer esto por si acaso, dejar esto por si acaso, no me apunto a esto para luego dejarlo... Así que el sábado nos fuimos de compras, ropita fresca para las vacaciones, cremas y potingues varios, para ponerse morena, para acelerar el bronceado, para reafirmar, para la piel de naranja.... Bueno, todo esto que no tomaba por si acaso. Hemos desempolvado la bici y ya hemos empezado con la operación puesta en forma.
Quitarme del cuerpo el exceso de hormonas y del alma este dolor.