domingo, 1 de marzo de 2015

TODAVÍA NO VUELVO...

"No hace falta que lo hayas vivido antes para reconocerlo, no es necesario. Hay un instante, un hecho, un gesto, una llamada, una palabra que lo cambia todo. Y cuando ocurre, cuando llega, cuando es pronunciada, rompe el timón con el que habías creído gobernar tu vida y arrasa los ilusos planes que habías ideado para el mañana mostrándote la realidad. Que todo lo que parecía firme no lo era, que todas las preocupaciones de la existencia son absurdas, porque lo único absoluto y total es el caos que te obliga a doblegarte sumiso y humillado...."
Ofrenda a la tormenta (Dolores Redondo)


Y cuando estás en la cuerda floja, sosteniéndote con gran esfuerzo y fingiendo que todo va bien, llega. Seguro que es algo sin importancia, algún hecho tan nimio que, para muchos pasa desapercibido, pero para ti no. 
Puede ser la Navidad que te aplasta con tus faltas.
Puede ser un cumpleaños, ni siquiera es necesario que sea el tuyo, o sí, que te demuestra sin piedad, que el tiempo sigue pasando y todo sigue igual. Que aquellos que ahora están, igual pronto dejen de estarlo y que tú, ya no eres la misma, porque ha pasado el tiempo, pero a su vez se ha detenido en un deseo. Un deseo tan fuerte que no puedes respirar, que te oprime el pecho y te borra la sonrisa.
Puede ser el nacimiento de un bebé, que recibes con alegría pero rota por dentro. Porque la infertilidad se planta delante de ti y se carcajea. Mientras tú eres consciente de que ya no queda nadie, que las demás lo han conseguido y tú sigues ahí, vacía, sin fuerzas ya para seguir luchando. Y ya nadie te pregunta cómo estás o cómo lo llevas, porque todas las conversaciones derivan en lo mismo, eso que a ellas tanto les emociona y a ti tanto te destroza.

Y a pesar de todo te levantas, una vez más. Y te dices a ti misma que lo vas a hacer, lo vas a conseguir, tienes que ser feliz, aquí y ahora. Y te agarras fuerte a quien te acompaña, que no consigue ayudarte a salir, empujándole a él a tu agujero negro.
Pero a pesar de todo, te levantas una vez más. Y lo haces, pides ayuda y luchas. A poquitos, sin exigirte mucho pero sin dejarte de exigir.

Y entonces sales a la superficie, asomas la naricilla y ves que ahí también se puede respirar. Que hay luces de colores, que hay aromas dulces y sabores deliciosos. Y quieres empezar a probarlos y disfrutarlos. A poquitos, sin empacharte, saboreando cada instante.
Pero la vida te tiene guardada una nueva sorpresa, porque ha decidido que todavía no es el momento de salir y te pone una losa en la cabeza para que vuelvas a tu agujero, qué osadía haber intentado escapar! 
Y te ratificas en tu idea de que la vida es muy injusta, mucho. Y dolorosa.  Y te ves dando fuerzas cuando tú no las tienes y te ves asumiendo una responsabilidad que en estos momentos te viene muy grande. 
Pero lo haces, por él, por ella, por ellos...

Y a pesar de todo, me levantaré.

Seguiré informando.