jueves, 31 de marzo de 2011

Y AHORA, LAS PARANOIAS

Seguimos igual. Llevo nueve dias de retraso y esto no tiene pinta de cambiar.
Yo hasta ayer estaba todo lo tranquila que se puede estar, teniendo en cuenta que en cuanto me baje, nos dan las pautas para ir a por mis pingüinitos. Pero, como alguna otra vez he tenido retrasos que han quedado en nada, la preocupación era la justa.
Ayer a la tarde, hablando con mi chico, le comenté que igual había que llamar al médico. Porque no fuera a retrasarse esto demasiado, que igual tienen alguna pastilla para provocar la regla, o igual podemos empezar la siguiente pauta sin tener que esperar más.
Y ahí fue cuando me dejó muerta  y a la vez, empezaron mis paranoias.
El me confesó que había pensado, un poquito solo, que igual este mes hemos acertado. Porque, insisto en que decía que solo lo había pensado de refilón y me dio datos, fechas de tareas, y otros cambios que había visto en mi.
Por ejemplo, hace tiempo que no puedo tomar café. Una noche me preparó él con todo su amor un café con leche, me sabía fatal y al tercer sorbo tuve que salir corriendo a vomitarlo. Desde entonces, no puedo ni olerlo. Y pensar en el sabor del café me produce arcadas.
No he tenido dolores de cabeza, que son un signo inequivoco de que me baja en un par de días.
Y aunque estoy bastante animada, demasiado para estar con el sindrome premenstrual, pues me irrito fácilmente.
Además, hace un par de noches que, aún dormiendo bien, me despierto continuamente.
Vale, todo esto yo ni lo había pensado, al menos, no le había dado mayor importancia. Y él que no lo había pensado mucho (ja), se ha informado de que todo esto pueden ser síntomas de embarazo.
Y ya ahí me puse a temblar.
Seguramente en un par de días tenga que borrar todo esto y pensar que solo estaba en las ilusiones de mi maridín, pero quien sabe.
¿¿Existirán los milagros??

lunes, 28 de marzo de 2011

COMER, DORMIR, AMAR...

A esto nos hemos dedicado el fin de semana.
La verdad que necesitamos un parón, dedicarnos el tiempo solo a nosotros.
Hemos paseado mucho, sin prisas, sin horarios. Es curioso, pero aquí nunca sacamos tiempo. Estamos en una zona estupenda para el paseo, mar, montaña, ciudad, pero nada, no lo hacemos.
Sin embargo, en cuanto salimos de aquí, zapatos cómodos y tira millas. Cogiditos de la mano, vamos despacio, observando los edificios, la gente, los paisajes y hablamos. No hay prisa, no hay carreras, y los más importante para mi, no hay despertador.
Destrozamos toda la rutina y nos saltamos las normas a la torera. Nos podemos despertar y quedarnos en la cama un ratito más, o ver la tele. Desayunar tarde y bien, sin prisas. Comemos a cualquier hora, cuando tenemos ganas o hambre, o nos saltamos la comida para después merendar bien fuerte.
Solo han sido dos días, y a pesar de que nos han robado una hora este finde de relax, nos ha venido estupendamente.
Hemos hablado de lo humano y lo divino. Siempre hay cosas que piensas, mañana se lo digo, esta noche no que está muy cansado, o esta conversación se va a alargar, cuando tengamos tiempo.
Pues todas esas las hemos tenido y más. Y nos hemos reido, y mucho. Que también lo necesitábamos.
Por una vez en mucho tiempo no he pensado en qué momento del ciclo estoy, en lo que se nos viene encima o lo que nos quedará por pasar. Simplemente he desconectado.
Hoy ya es peor, volvemos a la rutina, prisas, trabajo, lluvia y dieta. Llevo 7 días de retraso. Esto es un sin vivir. Quién me iba a decir a mi que estaría deseando que me bajara la regla. En fin.

jueves, 24 de marzo de 2011

NO HA SIDO TAN DIFICIL

Ayer por la tarde, después de un largo día de trabajo, me fui a ver a una amiga. Su marido acaba de abrir un local de masajes y me apetecía pasar a verlo, saludarles y ver qué tal les iba. Cuando llegué allí estaban ella, su marido y su pequeño. Tiene dos años y medio y está para comérselo.
Ella es una de esas personas que no dejan de sorprenderte. Nos conocimos trabajando hace ya casi seis años. La verdad que un principio no conectamos nada. Luego poco a poco nuestra relación se fue relajando. Cuando nos despidieron, nos echaron a cinco a la vez, quedábamos de vez en cuando. Al final, es la única con la que mantengo contacto hoy en día. Las dos somos un poco parecidas en ese aspecto, no necesitamos estar llamando continuamente a la gente, ni quedamos todas las semanas pero sabemos que está ahí. Y poco a poco nuestra amistad se ha ido fortaleciendo y es una de las personas que más me está ayudando en estos momentos.
Ella es muy sincera, dice las cosas como las siente y nunca te va a decir algo que quieras oir, si no lo que realmente piensa.
Después de enseñarme el local, explicarme todos los tratamientos que tienen, jugar un poco con el nene, tomar algo y preguntarme con pelos y señales todas mis últimas novedades respecto al tratamiento, aunque siempre está informada al día, me confesó que está embarazada. Me lo dijo muy suave, y casi avergonzada. Está en el segundo trimentre y no había sido capaz antes de decírmelo. Pensaba que me podía doler. Cuando vio mi alegría, la verdad que totalmente sincera, me preguntó nuevamente con cautela a ver si me podía enseñar la ecografía. Pues claro que sí! Y bueno, vi a su pequeñín, muy pequeñin, y me estuvieron explicando esto es la cabeza, esto el corazón...
Yo también me sorprendí a mi misma. Estaba esperando que este momento llegara, porque tengo varias amigas que están buscando embarazo. Pero no pensaba que me iba a hacer tanta ilusión, con un poco de envidia, lo confieso. Pero envidia sana.
Como cada vez que se lo proponen, aciertan, pues ya entre bromas le pedí prestado a su marido, a ver qué podiamos hacer.
Ya es la segunda vez que se me adelanta. El niño, tiene el mismo nombre que yo tengo decidido para mi hijo. Y ahora, se embarazan antes que yo.
Algo me dice que compartiremos paseos con barriguitas. De momento, bien por mi, me pongo una medalla. Prueba superada.

miércoles, 23 de marzo de 2011

EL SIETE

Dicen que el siete es un número mágico, siete días de la semana, siete colores del arco iris, siete notas musicales...
Mágico o no, siempre ha sido mi número preferido. Yo nací en un día siete, siempre me han llamado la atención los números primos (esto es un poco friki) y bueno, de pequeña quería tener siete hijos!
Sí, quería ser maestra y tener siete hijos. Siete me parecía un número estupendo para que no pasara como en mi casa, que eramos dos niños y una niña, y me encontraba muchas veces sola. Además, como los números pares no me gustaban, pues el siete me parecía una muy buena opción.
Claro, con el paso del tiempo fui cambiando de idea, en lo de maestra y lo de los hijos. Pero seguí teniendo claro que quería tenerlos joven, como mi madre.
Así que como mi madre, me eché un novio joven y me casé joven. A los 24 años estaba divorciada...
Entonces, me fueron cambiando muchas ideas, muchos pensamientos y valores y veía como los sueños uno tras otro iban cayendo.
Además de esto, tenía un negocio que no iba nada bien, así que me vi obligada a volver a casa de mis padres, con todo lo que eso conlleva. Y mis padres son estupendos y lo han hecho muy bien, pero es muy duro. Vivir tanto en tan poco tiempo.
Cuando me fui centrando, teniendo en cuenta que me costó superar el duelo casi dos años, me fui convirtiendo en otra persona, más sociable, más fuerte, más realista y más independiente. Pasé una temporadita en Dublín, donde gasté muchos de mis ahorros y no aprendí apenas nada de inglés. Pasé otra temporadita en Madrid, donde sufrí experiencias positivas y una muy negativa y volví a casa.
Entonces ya era yo, con esos cambios añadidos. Ya me encontraba preparada para lo que viniera, menos para el amor. Estaba dispuesta incluso a tener un hijo yo sola si a los treinta todavía no había encontrado a nadie que valiera la pena, o lo pareciera.
No me costó mucho encontrar un trabajo y parecía que bastante estable, y ahí conocí a mi chico. Entonces yo tenía casi veintinueve años. Y me costó, no confiaba mucho y tenía mucho miedo. Pero él tuvo mucha paciencia y me demostró que no me iba a hacer daño. No con palabras, que de esas había oido ya muchas y muchas mentiras, si no, con hechos. Volvieron a florecer mis ganas por ser madre, más fuerte, aunque me veía joven, quería disfrutar, la vida por fin me sonreía y ya había tiempo. Fue pasando el tiempo, y entonces ya sí que era el momento. Entonces me encontré con la negativa de mi chico, él no estaba preparado. Pero ya habíamos hablado de esto no?
Un día, mi madre me confesó, que en un momento dado, se convenció de que jamás le daría nietos. Esto, todavía no lo sabemos, pero yo haré todo lo que esté en mi mano para conseguirlo.
Mi chico y yo, llevamos casi siete años juntos, creo que ya es el momento.

lunes, 21 de marzo de 2011

PARA PODER RECIBIR, HAY QUE SABER DAR.

Este fin de semana ha sido un poco delicado para mi. Primero, la sensación extraña con la que me levanté el sábado, día del padre. Notaba que me faltaba algo.
Después la mañana no fue mejorando.
Somos tres hermanos, yo soy la pequeña. El mayor, se acaba de enamorar. Es un cielo, me cuida como la hermana pequeña que soy, aunque entre los tres apenas nos llevamos cuatro años. Sí, mi madre no perdió el tiempo. Hubo un punto de inflexión en nuestras vidas. El trabajaba en Barcelona, yo sufrí un duro golpe. La distancia en este caso nos unió, y hasta hoy.
Luego está el mediano. Siempre me he llevado bien con él, aunque es diferente a nosotros dos. Es más alegre, más sociable, más bromista, aunque también más despegado. No es tan familiar. Este está casado y es el padre de mi única sobrina.
En fin, el caso es que últimamente están teniendo comportamientos extraños. No debería echar la culpa a mi cuñada, porque tampoco sé a ciencia cierta lo que ocurre en esa casa. Pero desde luego, el fallo mayor es suyo, porque él debería defender a sus padres y hermanos ante todo.
Lleva un tiempo que nos está haciendo algunos feos y bueno, la gota que colmó el vaso, fue este sábado. Ninguno de los dos trabajaba, ni la niña tenía cole, claro, es sábado. Pues decidieron que no iban a venir a comer con nosotros y todavía no sé por qué. El caso es que mi padre, sigue esperando a que su hijo le felicite.
Esto está todo resumido y cuando lo hablo o lo escribo me hace pensar que soy una egoista, que no será para tanto y que me monto unas pataletas horribles. Pero es un suma y sigue. Y esta vez han tocado a mi padre, que esto sí que no lo voy a tolerar. Mi padre para mi es lo más grande de este mundo y no voy a permitir que nadie le haga daño.
Total que mi chico y yo nos habíamos preparado una velada romántica-sensual, cenita, vino, para relajarnos y disfrutarnos, que nuestra vida es un continuo estrés de emociones. La cena estaba deliciosa, pero nos dieron las tantas hablando ,porque yo no estaba de ánimo. Finalmente, me quedé dormida en el sofá.
El domingo no mejoró mucho el tema y hoy me he levantado melancólica, triste, llorosa.
Creo que necesito gritar, llorar, patalear. Llevo demasiada carga encima.
Y tengo miedo. En breve retomamos el tratamiento, la transferencia de nuestros pingüinitos, y estoy nerviosa, deseando que llegue pero temiendo malos resultados.
El fin de semana nos vamos. Necesitamos desconectar.

viernes, 18 de marzo de 2011

FELIZ DIA DEL PADRE

Cuando éramos pequeños, trabajaba y trabajaba.
Había días que al levantarnos ya había salido y al acostarnos todavía no había llegado. Los pocos ratos que coincidiamos, lo veíamos serio, cansado y a veces, incluso malhumorado.
Era un hombre a una nariz pegado, un hombre alto y delgado, de tez morena y pelo cano.
No era malo, pero se le respetaba. Su descanso era lo más importante. En la hora de la siesta ni las moscas volaban.
Sin embargo, los recuerdos no son malos. El rato que nos dedicaba siempre era agradable. Bromeaba con nosotros, nos contaba historias. Recuerdo que me cogía a los hombros, y desde allí arriba yo me sentía importante, poderosa.
Cuando viajábamos al pueblo, a ver a abuela, siempre me cogía de la mano. Nos tomábamos todos los refrescos que quisiéramos, hasta terminar empachados. Y allí, en la garganta, nadabamos juntos. Creo que él me enseñó a nadar.
Según fuimos creciendo, buscábamos más libertad y eso ya le empezó a costar. Tuvimos nuestros más y nuestros menos, nuestra relación ya no era fácil, era tensa, pero yo seguía queríendole como cuando tenía 7 años.
Entonces, cayó enfermo. Aquello nos descolocó a todos. Yo pensaba que lo perdía sin haber podido tener una conversación relajada con él. Me costó ir al hospital, no podía soportar la idea de verle allí tumbado, entubado, quieto... Pero me hizo llamar. Algo empezaba a cambiar.
Gracias al cielo, se recuperó. Desde los últimos días de hospitalización, ya habíamos notado el cambio. Comía macarrones!! nunca los quiso en casa porque decía que era cosas de niños. Algo había pasado esas dos semanas.
Entonces se convirtió en una más grande persona si cabe. Dejó de fumar, bueno, no volvió a fumar y comenzó a engordar. El gesto también le había cambiado, sonreía más. Empezó a ser cariñoso con nosotros y a implicarse ya en nuestras cosas.
Y desde entonces es el padre más maravilloso del mundo. Siempre tiene una palabra de ánimo, un beso, una sonrisa. Su lema en la vida es: si tú estás bien, yo estoy bien.
No se preocupa, no le afectan las cosas demasiado y tiene ese ritmo del que pueden disfrutar los jubilados felices. Siempre sonriente, siempre moreno. Ahora cocina, lava y barre. Y habla, habla hasta por los codos.
Cuando me dicen, eres igual que tu padre. Yo, orgullosa respondo: no, él es más guapo.
Felicidades Aita. Te quiero mucho.

jueves, 17 de marzo de 2011

MANIAS

Manía o superstición. El caso es que no me gusta adelantar acontecimientos.
Reconozco que a veces me dejo llevar por la euforia y lo hago, pero enseguida rectifico.
Recuerdo cuando era pequeña que no me gustaba celebrar el cumpleaños antes de tiempo. O lo hacíamos el mismo día, cuando hacíamos merendolas en casa, o ya siendo más mayorcita, esperaba al sábado o domingo siguiente.
Es más, hubo unos años incluso, que no permitía que nadie me felicitara antes de las ocho y media de la tarde, que era la hora en la que me contó mi madre que había nacido. Esto, se me pasó, por supuesto.
Tampoco me hacía mucha gracia hacer planes a largo plazo.
Mientras estudiaba, yo quería ir paso a paso, no pensar en que el curso estaba más que superado. Quería ir superando examen a examen, prueba a prueba. Y hasta que no tuviera las notas, no celebraba nada aún sabiendo de antemano qué había hecho.
Hubo un momento de mi vida, en el que pensaba que ya todo estaba atado, y entonces reconozco que me emocioné. Soñé, organicé y adelanté todo lo habido y por haber, entonces vino la vida y me castigó.
Después de este trago, volví a poner los pies en el suelo.
Cuando empecé con mi chico, la carga de mi mochila era tal, que no me permitía hacer ningún plan más allá de un par de semanas o un mes a lo sumo. Tampoco el trabajo me ha ayudado, porque siempre he andado un poco de allá para acá, trabajos temporales, contratos interrumpidos o negocios fracasados.
Mi chico es el que está consiguiendo que relaje un poco. Él casi desde el principio, hacía previsiones inocentemente, pero más allá de diez o veinte años. A mi me daba vértigo solo de pensarlo, tenía todavía demasiado miedo. Pero ha conseguido ablandarme, sobre todo cuando sentencia "cuando seamos viejecitos", dando por hecho que estaremos los dos, que él seguirá a mi lado.
Ayer coincidí con una amiga que me confesó que no me haría ningún regalo para el bebé, hasta que hubiera nacido. Y entonces recordé, que hace más o menos un año, cuando pensaba que todo sería más fácil, compré una camisetita rosa para mi sobrina, con el pecho impreso "¡VOY A TENER UN PRIMO!".
La camiseta sigue guardada en un cajón de mi oficina. Sería la mejor manera de que llegara la noticia a toda la familia, con el simple gesto de ponérsela.
Mi sobrina ahora ya sabe leer y creo, que la camiseta le va a quedar pequeña.

Aprovecho para mostrar mi admiración por el pueblo japonés. Me sorprendía estos días de la manera que llevan la catástrofe que les ha azotado. Y en ninguna entrevista, ninguna noticia, vi a nadie llorando, gritando o pataleando. En su escapada hacia el sur del pais, hacen cola pacientemente en las estaciones de trenes, sin aglomeraciones, ni empujones ni protestas. Hablaba ayer una profesora de un colegio, los niños siguen yendo a clase, porque ante todo, les enseñamos el respeto a los demás. Si yo lloro, contagio al resto. Si grito, molesto. Mis padres ya están sufriendo bastante, luego mi obligación es acudir al colegio.
Un alto cargo, no recuerdo cuál era el cargo, mucho menos el nombre, sentenció: los japoneses lloramos por dentro.

miércoles, 16 de marzo de 2011

EL TIEMPO LENTO...

No para de llover.
Los mejores días que han hecho, adelanto de la primavera que le llamaban, los pasé en la cama con eso que llamaron gripe.
De ánimo ando bien últimamente, lo que ocurre, es que siento que el tiempo pasa lento, muy lento. Si echo la vista atrás, me doy cuenta de que no, que ya hemos "matado" dos meses y medio de este nuevo año. Sin embargo, desde mi última regla, parece que no pase el tiempo. Y es lo malo de estar esperando algo, que parece que no va a llegar nunca.
Es cierto que sentí lo mismo el mes pasado, que no veía que llegaba nunca el momento de pincharse y luego pasó todo bien rápido.
Ahora, lo que estoy esperando es otra regla. Y una vez llegue, enseguida vamos a por mis pingüinitos. Pero parece que no llega nunca. Entre que no sé cuando me toca, porque soy bastante irregular. Y que seguro, que por esperarla, se empañará en retrasarse.
Añadimos a todo esto que no podemos hacer planes de nada. La gente ya está organizando la Semana Santa. Aquí disfrutamos de cinco días festivos que están muy bien para una escapadita. Pero no sabemos en qué situación estaremos. Si tendremos ya los congeladitos en la barriga, o no. Si ya habrá llegado la beta o no.
Por supuesto que aunque me dieran la opción, no quiero dejar otro mes más para irme de vacaciones tranquila, así que me harán la transferencia cuando toque. Luego ya pensaremos.
Mientras, busco la manera de entretenerme. Y lamentablemente, el trabajo no me ayuda mucho porque esta semana está siendo especialmente tranquila.
Me ayuda un poco a sobrellevarlo mi hermano. Mi hermano, a sus casi cuarenta años, está viviendo, me arriesgaría a decir, el primer enamoramiento de su vida. Yo tengo una relación muy especial con mi hermano, es mi amigo, mi consejero, siempre tirándome para arriba y haciéndome reir, secando mis lágrimas cuando lo he necesitado y bueno, claro, ahora me viene la vuelta. Se pasa el día hablando de su chica, contándome lo que han hecho, como se siente, etc. La verdad, que la mayoría de los sentimientos son nuevos para él, el pasear agarrados de la mano, el compartir el desayuno de los domingos, el sentir que su felicidad depende de la felicidad de ella, de planear vacaciones, presentaciones familiares....
Tengo que reconocer, que las primera semanas, consiguió que los pingüinitos pasaran por momentos a un segundo plano.

lunes, 14 de marzo de 2011

DE EXCURSIÓN

Entre los tratamientos y que he estado enferma, hacía tiempo que no disfrutábamos un fin de semana. Así que por fin, este sábado salimos a cenar. Nos retiramos pronto, que no están los cuerpos para muchos excesos.
Además, teníamos previsto hacer una pequeña excursión el domingo, al Santuario de Lourdes.
Mi madre hacía tiempo que quería ir y mi padre nunca le había acompañado. Ahora mi padre es una persona distinta, pero esta es otra historia.
Mi chico, que también estudió en colegio de curas, pues casi cada año tenía una visita obligada.
Pero yo no había ido nunca, y bueno, nunca está de más conocer lugares, pasar un domingo diferente en familia y así aprovechábamos para probar un poco el coche.
Considero, que independientemente de ser creyente o no, es un lugar interesante de ver. La capilla es impresionante, y luego se puede visitar la gruta donde se supone se apareció la virgen a la niña Bernadette.
Pues bien, es cierto que yo creo en un algo, que hay una fuerza superior que nos ayuda a seguir adelante, a luchar contra la adversidad y a pasar las pruebas duras que nos pone la vida. Aunque no practico por discrepancias con la iglesia (esta también es otra historia)
Mi madre sí, cree, practica y casi cada domingo acude a los oficios. Mi padre y mi chico, pues más bien no.
Pero después de pasar por la gruta, todos coincidimos en que te queda una sensación extraña, hay como mucha fuerza en un trozo de roca. La gente allí deja sus plegarias, se santigua con el agua que corre por la roca y algunos tocaban partes de su cuerpo, supongo donde tenían su dolencia.
Es cierto que tuvimos suerte de que no había mucha gente, ni muchos enfermos, ni muchas pergrinaciones.
Hicimos la vuelta bien rápido. Después de pasar por la gruta, no teníamos palabras. Mi chico me agarraba la mano con fuerza y consiguió que me emocionara.
Aproveché para pedirle a la virgen el milagrito. Al menos, ya que hemos ido hasta allí, que no quede.

jueves, 10 de marzo de 2011

FELICIDADES AMOÑA!!

En mi tierra llamamos así a las abuelas, aunque yo hace mucho tiempo empecé a llamar agüeli, porque le picaba. Con el tiempo, se acostumbró, y cada vez que oía esa palabra la relacionaba conmigo.
La señora Luisa, que así le llama su biznieta, mi sobrinilla que es una brujita, pues hoy cumple 83 añazos.
Fue una abuela joven, supongo que antes era lo habitual, lo que le permitió andar conmigo de un lado para otro cuando era pequeña. Me iba a buscar al cole, me llevaba a música, a baile o a donde tocara.
Siempre había una parada en una pastelería de una conocida suya, y me compraba un rascacielos, así lo llamaba yo, un pastel enorme con hojaldre y merengue, mmmm. Esto a escondidas de mi madre, claro, que me había dejado preparado el bocata de chorizo.
Nos encantaba ir a dormir a su casa, a pasar unas mini-vacaciones. Porque allí, hasta los macarrones sabían distinto, eran los mejores!
Siempre ha tenido mucho carácter, nos reñía, aunque como riñen las abuelas, con la sonrisa de medio lado. Y no era muy cariñosa tampoco, no nos achuchaba ni nos llenaba la cara de besos, pero todos la adorabamos.
Hace bastante tiempo que sus piernas no responden como ella quisiera, los dedos torcidos por la artrosis, le impiden hacer todo lo que quisiera. Salir a dar un paseo es un gran esfuerzo y riesgo. Cocinar, planchar,... nada, todo esto le toca a mi abuelo ahora, que por suerte ahí está. Y ahí están los dos desde hace más de sesenta años.
Pero hace cosa de un año, su mente es la que falla. Yo sufrí el alzheimer con mi abuela paterna, acentuado en la gran distancia que nos separaba, creo que se pasó los últimos diez años sin saber quienes éramos.
Pero la señora Luisa no, está aquí cerquita. El año pasado, me preguntó qué tal me iba por Barcelona. Me empezaron a temblar las piernas, las lágrimas querían saltar a mis ojos, pero me hice fuerte, y le respondí con una sonrisa, -la de barcelona es mi prima!.
Entonces, no se si a consecuencia de esto o de su enfermedad, hay algo más fuerte entre nosotras todavía. Siempre, siempre pregunta por mi. Y cuando nos vemos, me besa, todos los besos que no me dio de pequeña. Me coge las manos, me mira a los ojos y me sonríe. Esto, al contrario de lo que pareciera, me relaja, me deja muy tranquila, es como pensar que ella sigue ahí protegiéndome, y así va a ser siempre.
Ahora ya no me pregunta por el trabajo, o los estudios, o la casa, o si voy a ser madre. Ahora simplemente me mira, fijamente, me pregunta ¿estás bien?, y acaricia mis manos. Pero este año olvidó felicitarme por el cumpleaños. Siempre era la primera.
Hoy iremos toda la familia a visitarla, como a ella le gusta. Y la besaré, por sus ochenta y tres, por mis trenta y cinco y por todos los besos que no me dio y los que un día dejará de dar.
Lo que más me duele, es que no llegue a ver a sus biznietos. El tiempo se acaba para ella también.

martes, 8 de marzo de 2011

SE ME ACABARON LAS FUERZAS

La semana pasada empecé a notar un dolor en la parte baja de la espalda. El lunes, ya me costaba moverme, levantarme de la silla, incluso reirme era doloroso. Pues el lunes a la noche, creyendo yo que me había acostado bien, me pasé toda la noche tiritando, dando vueltas, sudando y con pesadillas. Me levanté a mi hora, cansada, agotada, intenté meterme en la ducha, y mi cuerpo dijo basta. Mareos, vómitos y a la cama. Durante la mañana no me bajó ni una décima la fiebre así que mi chico decidió llevarme a urgencias.
Después de muchas pruebas, pues el dolor de espalda estaba muy focalizado a la altura del riñón derecho, decidieron mandarme a casa, gripe.
En cuanto al diagnóstico, tengo que decir que no soy médico, pero no estoy yo muy convencida de que haya sido gripe. Para empezar, como es lógico, no es la primera vez que sufro una gripe en mi vida, y desde luego, no ha sido como esta. No he tenido ni estornudos, ni dolor de garganta, ni tos, ni mocos. Quizá haya una variante de la gripe así.
Mientras me hacían las pruebas, allí tirada tiritando en una camilla, me pasaba por la cabeza miles de cosas. Sobre todo, por el dolor del riñón y de tripa al auscultarme, pensé en algún problema derivado de mi hisperestimulación, alguna infección derivada de la punción, o algo de líquido no sé muy bien donde, consecuencia de la medicación. Finalmente, y afortunadamente, todas las pruebas dieron negativas.
Pasé la semana pasada en cama, no por gusto, porque no había fuerzas para nada más. Por suerte, los vómitos remitieron aunque mi estómago ha estado poco receptivo, por lo que he perdido un par de kilos. El viernes me armé de valor y salí, lo que me llevó a pasarme toda la tarde nuevamente en cama y todo el fin de semana en casa. Sufro desde el martes pasado un horrible dolor de cabeza, que sigue acompañándome hoy. No es mi dolor habitual de jaqueca, centralizado en mi ojo derecho, si no un dolor en ambos lados de la cabeza y como a pulsos, pum, pum, pum, sobre todo cuando hago movimientos bruscos o me agacho.
Y llevo desde el martes, sin poder tomar café. Esto es una de las cosas que me molesta bastante, porque soy de tensión baja y puede influir en el dolor de cabeza, y además limita mucho los desayunos. Pero le he cogido tanto asco.
El caso es que, entre siesta y siesta, me vino a la cabeza que cuando era joven, estudiante, después de una época dura de nervios, examenes, estrés, etc. caía enferma. No siempre la misma enfermedad, podría ser anginas, anemia, o lumbago, pero algo ocurría. Mi cuerpo aguantaba firme toda la presión de esos días, yo era muy exigente en mis estudios, lo sigo siendo ahora, pero cuando todo acababa, el cuerpo decía basta. Y siempre necesitaba dos o tres días para recuperar y volver a las clases.
Me pregunto yo si no habrá sido esta fiebre también, consecuencia de mi último tratamiento. Cuando me he relajado, he pensado este mes libre, sin medicación, para salir, entrar, beber, bailar y .... mi cuerpo ha dicho, basta!!
También ha habido quien ha preguntado, sobre todo a mi chico, si estoy embarazada.