SATURADA

He pasado una semana horrible.

Sé que esta no es una buena manera de empezar un escrito, pero yo me decidí a escribir un blog para expresar sentimientos, sacar todo lo que llevo dentro. Y creo que si tengo que escribir feo, pues toca feo. Cuando toque bonito, también lo haré.

Estoy saturada, agobiada, cansada y triste.

Como racional que soy, antes de ponerme a llorar y patalear, intento buscar las causas.

Influye el tiempo, sin duda. Lleva toda la semana lloviendo sin parar, de lado, hacía arriba y hacia abajo. Es difícil caminar con un paraguas abierto, y desagradable hacerlo sin él.

En el trabajo estoy saturada. Mi trabajo normalmente es tranquilo, aunque a veces se juntan un montón de cosas que son todas para ayer, y me dejan sola ante el peligro. Esto acostumbra bastante mi jefe a hacerlo. Mi relación con él es buena, no es un jefe agobiante ni cascarrabias, pero a veces no se da cuenta de que no puedo con todo, al menos a la velocidad que él me exige.

Esta semana también me ha venido la regla. Sí, la esperaba, y tiene que ser así, después del tratamiento fallido. En principio fue un motivo de alegría, porque ya queda menos para el siguiente paso. Pero me ha pegado una paliza horrible. Llevo tres días con dolor de cabeza, de tripa, de piernas, de espalda...
En casa bien, todo bien. Insisto en que mi chico es un solete y sin él yo no sería lo que soy. Tiene más paciencia que el santo Job. Y yo justamente ahí es donde fallo. La paciencia no es una de mis virtudes y se me hace larga la espera.
Esta noche he soñado que mis dos cuñadas y dos de mis mejores amigas, anunciaban casi a la par, que estaban embarazadas. Lógicamente, yo disimulaba la ilusión. Pero cuando llegaba a casa me derrumbaba y no dejaba de llorar.
Y me he vuelto a levantar triste.
Hoy, afortunadamente, ha salido el sol.