jueves, 17 de marzo de 2011

MANIAS

Manía o superstición. El caso es que no me gusta adelantar acontecimientos.
Reconozco que a veces me dejo llevar por la euforia y lo hago, pero enseguida rectifico.
Recuerdo cuando era pequeña que no me gustaba celebrar el cumpleaños antes de tiempo. O lo hacíamos el mismo día, cuando hacíamos merendolas en casa, o ya siendo más mayorcita, esperaba al sábado o domingo siguiente.
Es más, hubo unos años incluso, que no permitía que nadie me felicitara antes de las ocho y media de la tarde, que era la hora en la que me contó mi madre que había nacido. Esto, se me pasó, por supuesto.
Tampoco me hacía mucha gracia hacer planes a largo plazo.
Mientras estudiaba, yo quería ir paso a paso, no pensar en que el curso estaba más que superado. Quería ir superando examen a examen, prueba a prueba. Y hasta que no tuviera las notas, no celebraba nada aún sabiendo de antemano qué había hecho.
Hubo un momento de mi vida, en el que pensaba que ya todo estaba atado, y entonces reconozco que me emocioné. Soñé, organicé y adelanté todo lo habido y por haber, entonces vino la vida y me castigó.
Después de este trago, volví a poner los pies en el suelo.
Cuando empecé con mi chico, la carga de mi mochila era tal, que no me permitía hacer ningún plan más allá de un par de semanas o un mes a lo sumo. Tampoco el trabajo me ha ayudado, porque siempre he andado un poco de allá para acá, trabajos temporales, contratos interrumpidos o negocios fracasados.
Mi chico es el que está consiguiendo que relaje un poco. Él casi desde el principio, hacía previsiones inocentemente, pero más allá de diez o veinte años. A mi me daba vértigo solo de pensarlo, tenía todavía demasiado miedo. Pero ha conseguido ablandarme, sobre todo cuando sentencia "cuando seamos viejecitos", dando por hecho que estaremos los dos, que él seguirá a mi lado.
Ayer coincidí con una amiga que me confesó que no me haría ningún regalo para el bebé, hasta que hubiera nacido. Y entonces recordé, que hace más o menos un año, cuando pensaba que todo sería más fácil, compré una camisetita rosa para mi sobrina, con el pecho impreso "¡VOY A TENER UN PRIMO!".
La camiseta sigue guardada en un cajón de mi oficina. Sería la mejor manera de que llegara la noticia a toda la familia, con el simple gesto de ponérsela.
Mi sobrina ahora ya sabe leer y creo, que la camiseta le va a quedar pequeña.

Aprovecho para mostrar mi admiración por el pueblo japonés. Me sorprendía estos días de la manera que llevan la catástrofe que les ha azotado. Y en ninguna entrevista, ninguna noticia, vi a nadie llorando, gritando o pataleando. En su escapada hacia el sur del pais, hacen cola pacientemente en las estaciones de trenes, sin aglomeraciones, ni empujones ni protestas. Hablaba ayer una profesora de un colegio, los niños siguen yendo a clase, porque ante todo, les enseñamos el respeto a los demás. Si yo lloro, contagio al resto. Si grito, molesto. Mis padres ya están sufriendo bastante, luego mi obligación es acudir al colegio.
Un alto cargo, no recuerdo cuál era el cargo, mucho menos el nombre, sentenció: los japoneses lloramos por dentro.

3 comentarios:

  1. Una amiga mía también me dijo, durante mi otro embarazo, que no me iba a regalar nada hasta que no naciera el bebé "por si acaso". Al día siguiente, me enteré de que tenía un aborto. Durante parte de mi duelo, no puede evitar odiar a mi amiga por haber me dicho eso y aunque ya está mas que superado, me siguen pareciendo mal ese tipo de comentarios. No dudo de la buena intención de tu amiga (ni de la mía), pero creo que ese tipo de comentarios están fuera de lugar. Si haces un regalo, lo haces porque sale de tí, y diciendo eso das a entender que algo puede salir mal y, a mí personalmente, no me parece que sea algo que decir a una embarazada o a alguien que está esperando estarlo.

    Buf, siento el tono de mis palabras pero me acaba de dar un poco de regresión y no me salen otras palabras para expresarme.

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  2. Tienes que haber sufrido mucho para llegar a ese extremo de no querer anticiparte a nada por miedo a gafarlo. Lo siento, de verdad, pero creo que eso no te hace bien. A veces en la vida es preferible volar, ilusionarse y estrellarse. Caer y volverse a levantar. Así también se va haciendo camino. Es bueno tener ilusiones por llegar a una meta, celebrar las pequeñas cosas e imaginar que consigues tus sueños.
    Uff, vaya rollo. Sólo quiero decir que te comprendo pero te animo a ser más ambiciosa en la vida y a imaginar que consigues lo que necesitas para ser feliz.

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  3. Anuda: No tienes que pedir disculpas, expresate como lo sientas.
    Mi amiga me conoce perfectamente, y, por supuesto que no lo dijo a malas, es más, respeta mi no adelantar acontecimientos.

    Mama mimosa: la vida no me ha tratado muy bien. Cuando empecé a volar otra vez, buscando el bebé, ya sabes, me tocó volver a poner los pies en la tierra. Ilusiones todas, pero comedidas. Poco a poco. Saluditos.

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