LA MEMORIA

Esta canción me la enseñó mi abuela cuando era pequeña. De ella aprendí a manejar mi segunda lengua. Siempre que escucho a Kaxiano, que es quien la canta,  un señor ciego, que tocaba un acordeón, me viene a la cabeza mi infancia, y las tardes que pasaba yo en casa de mi abuela. Todos los veranos iba allí como de vacaciones, era una fiesta! Me quedaba a dormir, me hacía esos macarrones que estaban tan ricos, siempre tenía triskis (creo que ahora son chaskis) escondidos, y chocolate. Yo fui durante mucho tiempo la única nieta, entre un montón de niños. Y siempre tenía algo especial preparado para mi. Me iba a buscar al cole con el bocadillo, me acompañaba al conservatorio y hacíamos una paradita en la pastelería de su amiga y me comía una bomba de nata, o un rascacielos (hojaldre con merengue).

Siempre he tenido largas conversaciones con ella, y la confianza suficiente para contarle cosas, que me costaba más contarle a mi madre. Ha sido mi complice también en varias de mis trastadas, y me ha escondido secretos. En su bañera perdí mi primer diente de leche. Cuando me operaron, con siete años, fui del hospital directa a su casa. Allí me estaba esperando con un montón de regalos.

Las navidades siempre han sido especiales. Hasta hace bien poquito nos recibían en su casa. Mi abuela siempre lo tenía todo impecable. Siempre me hacía los huevos rellenos especiales para mi. La víspera de Reyes, dejábamos el zapato en su casa. Y aunque hubiera que volver a casa a la pata coja, nuestro zapato quedaba allí.

Mi abuela siempre era la primera que me llamaba por mi cumpleaños. Fue la primera que supo que había encontrado mi primer trabajo. La primera a la que conté que me iba a casar. La que descubrió con mirarme a los ojos, que algo no iba bien. La que siempre se ha tomado las noticias con una sonrisa, y con un "venga, que eso no es nada". La que aguantaba nuestras bromas, y nos reñía con una sonrisa escondida.

Cualquier recuerdo que tenga, siempre estaba ahí. Cuando tenía concierto de piano, cuando lo tenía de guitarra, en las obras de teatro del cole, en el desfile de carnaval, en mis fiestas de cumpleaños, cuando tenía novio, cuando dejaba de tenerlo, cuando me enfadaba con mi madre, cuando mi padre cayó enfermo....

Nunca la he visto llorar, siempre ha sido fuerte. Para todos. Para sus hijos, para sus nietos. Solo una vez le vi flaquear, cuando nació mi prima Marta. Pero se levantó, y se volcó en esa pequeña.

Mi abuela me enseñó un montón de canciones, me contó un montón de historias, que siempre permanecerán en mi memoria. La memoria, que ella ya perdió.

Mi abuela, ayer, no me reconoció.