Hace casi cinco años que está en nuestras vidas. La recogimos de un caserío. Su mamá había tenido una camada enorme y la iban a sacrificar. Cuando llegó a casa, además de feuchita y muy delgada y pequeña, tenía pulgas, lombrices, catarro y estaba muy asustada.
Poco a poco, muy poco a poco, conseguimos que se fuera ganando nuestra confianza. Tras varias visitas al veterinario, también conseguimos que sanara y empezara a crecer y a engordar. Entonces la bauticé como gordita. Su verdadero nombre es Trajana, pero esta es otra historia!
En aquel tiempo, yo no tenía ningún trabajo estable, por lo que pasaba mucho tiempo con ella. Tengo que reconocer que he tenido una paciencia infinita con ella, ya que cualquier pequeño avance nos costaba una eternidad. Y mi chico también, porque lo primero que hizo cuando empezó a coger confianza, fue saltar sobre un armario y romper una figura que había traido de Túnez cuando nisiquiera nos conociamos...
Al principio, cuando la gente nos comentaba, que por qué en vez de un gato no traíamos un niño, yo contestaba que era un entrenamiento, que había que ir poco a poco cogiendo rutinas en nuestras vidas, y que de mientras iba convenciendo a mi chico de su futura paternidad.
En este tiempo más reciente, cuando la gente insistía con los niños, yo les callaba diciendo que ya tengo una niña.
La gordita es mi niña, es una gatita muy miedosa y dependiente, pero se ha creado un gran vínculo entre las dos, que a veces puede resultar hasta agobiante y que alguna vez también hace florecer los celos en mi chico. Me persigue por toda la casa, se frota en mi ropa, se sube en mis piernas en cuanto me siento, ya sea silla, sofá, o retrete! Me encanta cuando termina el día, me tumbo en el sofá, coloco su mantita, y ella se acerca, me mira como pidiendo permiso y se acurruca hecha una bolita sobre mis piernas. Esto además de calor, que en estas fechas se agradece, me resulta muy relajante. Y es corto el tiempo que tardamos las dos en quedarnos dormidas.
Nuestro vínculo es tan fuerte, que ella nota cuando estoy contenta y corre por toda la casa. Siente cuando estoy triste, y se arrima a mi sin hacer ruido. Nota cuando estoy nerviosa, y me relaja con su ronroneo.
Cada mañana, cuando me levanto, me acompaña en silencio, se sienta delante de la ducha y observa como resbalan las gotas de agua por ella.
Ahora he cambiado la rutina, cuando me levanto, lo primero que hago es pincharme. Entonces ella viene, y maulla, fuerte, hasta que no entro en la ducha no calla. Creo que no le gusta tampoco que pase por esto. Creo que nota mis nervios.
Me consuela pensar, que pase lo que pase, y sea lo que sea que me depare la vida, ella, sin preguntar, me mirara, se tumbará sobre mis piernas, y dormirá ronroneando.
Estoy llorando como una niña, que lindo lo que contas!.
ResponderEliminarYo tengo dos gatos y un perro, y entiendo infinitamente cada una de tus palabras. No todas las personas lo entienden, pero realmente son como una maquinita d edar amor incondicionalmente.
Desde hoy pasare a visitarte, si me lo permites.
Mucha suerte, y un gran beso
Yo no pretendo que nadie lo entienda, solo que me respeten, empezando por mi familia que no son muy amigos de los animales.
ResponderEliminarDesde luego que en estos momentos duros que pasamos, ella es la que mejor me cuida, jeje.
Bienvenida solpel, puedes pasarte cuando quieras.
Saluditos.
Qué relación tan bonita! Me ha encantado el post. Ánimmo con los pinchazos. Suerte.
ResponderEliminarMama mimosa, a veces también la riño, que alguna trastada ya me ha hecho!!
ResponderEliminarGracias por los ánimos. Ya está casi todo controlado.
Saluditos. Y suerte a ti también!