EVOLUCIONANDO

De un tiempo a esta parte, estamos teniendo marido y yo, varias conversaciones, al respecto de lo que hemos cambiado.
Desde luego, no puedo decir que antes fuera una persona de mente cerrada, pero bastante más cerradita que ahora, sí que era. También me he ido quitando de encima varios prejuicios, muchos de ellos, respecto de la educación de los niños y gracias a vosotras.  Lo que me alegra enormemente. Y aún así, sigo pensando que tengo mucho en lo que mejorar.

Respecto del monotema, ya hace tiempo que algunas blogueras han comentado mi evolución. Y si hacemos un repaso, es cierto que en esto puede ser en lo que más haya cambiado.

Antes de empezar la búsqueda, conocía mi instinto maternal, pero se ve que el pobre no gritaba muy fuerte, porque pensé que si no me quedaba, pues no pasaba nada. Me compraría un perro y seguiría viviendo tan feliz.
Cuando empezamos a buscar, desde el principio tuve la sensación de que no sería fácil, pero igualmente pensaba que pasaría lo que tuviera que pasar. Y que si por lo que fuera, recibíamos malos diagnósticos médicos, ni de broma me sometería a tratamientos de fertilidad. Esto, pensaba, tenía que ser durísimo, y para gente muy desesperada. Y qué equivocada estaba eh?
A los ocho meses de búsqueda, aquí la no desesperada, ya estaba pidiendo cita con su ginecóloga, porque esto no era normal, todos nuestro entorno se embarazaba con facilidad y nosotros no.

Una vez empecé los tratamientos, incluso publiqué alguna entrada por ahí, me negaba en rotundo a la adopción. Recuerdo una conversación con mi suegra al respecto, y cómo yo negaba y negaba, que sí, que me daban mucha penita esos niños, pero que eso no era para mi. Que si no salían los tratamientos, pues nos quedaríamos los dos solitos, nos compraríamos un perro, y nos dedicaríamos a disfrutar la vida.

Bueno, no tengo que deciros, que efectivamente, una vez más tuve que tragarme mis palabras y ahora, ya sabéis donde estoy metida. Pero sí, un día adoptaré también un perro!

Cuando marido y yo, éramos mi chico y yo, yo era una persona con muy poca paciencia, muy dada a pataleta, al cabreo fácil, aunque al ajuntamiento rápido también,  a algún que otro ataque de celos, y no sigo, que ya está bien de dejarme mal a mi misma no?
Pues eso, ahora tengo más paciencia que el santo Job, es muy difícil encontrarme enfadada, y si por lo que sea me calientan, cuento hasta diez antes de montar el numerito.
Me tomo mucho mejor las cosas, las noticias malas también, aunque a veces me de el arrebato de por qué todo me pasa a mi, y me pase media hora llorando desconsoladamente. Pero eso se pasa y sigo con mi manera optimista y positiva de ver la vida.
A pesar de todo, la vida no deja de darnos por todos los lados, pero yo sigo ahí firme, intentando convencer a marido de que tanta lucha merecerá la pena. En fin, a veces ni yo me lo creo, pero tengo que creer.

Mi abuela paterna, sufrió de alzheimer. Para mi era un castigo ir a verla, el hecho de que no me reconociera o no reconociera a mi padre me dolía enormemente.
Ahora, mi abuela materna sufre también de alzheimer. No digo que no me duela, porque me da muchísima pena, pero por nosotros. Porque ella está feliz, muy cariñosa, disfruta con nuestra compañía aunque no tenga ni idea de quiénes somos. Y yo disfruto de la suya, porque sé que será corto el tiempo que nos queda, y me encanta como me besa, que me coja de la mano, y las "lindezas" que me suelta, como que estoy fea, porque para ella la falda que llevo es demasiado corta!

No sé si ha sido cosa de la edad, de la estabilidad emocional, de los palos de la vida o del aprendizaje de la misma, pero el caso, que ahora, y a pesar de todos los peros, estoy más relajada, pocas cosas me quitan el sueño y entiendo y acepto diferentes posturas sin ningún disgusto.

Marido, también ha cambiado o evolucionado notablemente. Siempre ha tenido mucho paciencia, pero ahora la ha llevado a límites insospechados. Ya he comentado varias veces, que al principio era un hombre muy frio, ahora es todo amor. A veces, hasta me supera! y no escatima en besos, abrazos. Incluso, antes le medio fastidiaba que llorara, ahora me acompaña y me consuela.
Aunque él, al contrario que yo, está enfadado con Dios y/o el karma, por ponerle tantas zancadillas.

Él, que no quería tener niños, ahora estaria como loco por llenar la casa de peques.
Él, que dijo que jamás se casaría, me pidió matrimonio con nocturnidad y alevosía, para sorpresa de todos.
Y él, que nuestras primeras navidades juntos dijo, que nunca jamás pasaría las fiestas en otra casa que no fuera la de su familia, me plantea este año una negociación, ir alternándonos,  porque lo más importante es estar conmigo.

Esta va para marido y para todas vosotras.

Os recuerdo el sorteo  de lluvia de regalos

Seguiré informando.